Yacía el toro…
Yacía el toro, sobre la rubia arena,
junto a él, un lecho de sombreros…
Brotaban claveles junto a sus cuernos…
De sus negros ojos
brotaba una luz santificada…
En mi corazón torero,
aún sonaba su alegre música.
¡Qué locura de faena!
¡Qué bravura en la lucha!
lo volví a mirar,
Yacía inmóvil sobre la arena…
Parecía ahora dulce,
cómo dormido…
Y de mis ojos toreros,
brotaron dos lágrimas…
Lamborghini.