Juraste a tu muleta desbocada,
echarla siempre “ alante ”, bien planchada…
acariciaste la rizada testuz del duro cuero encastado…
orbitado por el sortilegio de un óbito bravío…
en compasivo torbellino desatado…
calaste el corazón mío…
tú, el eje del poder sedoso,
de esa terrible sombra que te circunda
de un negro toro fogoso.
¡Vamos, vamos Julián!...
vasconoide, estos son tus quereres!...Vámonos pa´lante!...
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