
Entre tu torero corazón de relámpagos quietos…
Entre tu mentón oculto en tu pecho…
En la cálida ráfaga que viene de tu sincero muletazo…
Un día quiero ser tu sombra…
El “cuándo”, un Abril florido…
El “donde”, donde se acaricia una muerte cierta…
Junto a la puerta del príncipe más gitano y más torero…
Y moriré tranquilo ese día,
sin preguntar qué pasó…
Qué pasó entre tus sueños serenos…
Qué pasó en el temblor de las espigas...
Las que con temor te admiran…
Por tu solemne quietud…
La de un hombre que sereno espera…
Lo que viene por los ecos que acarician al toro…
Entre lamentos de hierros antiguos...
¡Qué telas en fuego encendidas mecen tus manos!
¡Qué enamorado encuentro ha de tocar al toro!
Mi torerillo del Alma,
Yo te adoro...
en ciclos de pleamar,
ResponderEliminarantes de hacerse a la mar
con su duende se acurruca!...
Hermoso
ResponderEliminarEs tu calidez la que me calma, la que susurra en mi noche, la que calmó mi dolor.
ResponderEliminarEres el verbo del arte Ignacio. ELENA CERRO
Qué gratitud Elena... solo por recibir algo así, tan bello, algunas personas esperan toda una vida...
ResponderEliminarDesde lo más profundo de mi alma...
Elena, gracias por elevarme al infinito...
Yo quiero ser la arena que se beba al torero y su sombra, y morirme así, empapada de arte, de ternura, de poesía.... morirme de vida.
ResponderEliminarUn beso, compañero. Eres un tesoro.
No sé como podría agradecer vuestras palabras tan bellas, tan sentidas...
ResponderEliminarMe hacéis muy feliz...
Gracias por pasar por mi rinconcito.
Berrendita, qué aroma traes...
Gracias.
Ignacio.