
Quise darle las gracias a Juan Belmonte...
Pero mi torero yacía dormido...
Su cama era de piedra sagrada...
Un altar de recogimiento...
Coloqué un ramo de flores junto a su cabeza...
Otro ramo junto a sus pies de aplomo...
Quise darle las gracias a mi torero...
Pero yacía dormido...
Se me hizo corto cruzar España,
para contemplarlo como si viviera...
Mas el viaje de regreso,
fue un lento pensamiento...
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