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jueves, 12 de agosto de 2010

Pero el dolor era innegable...





Como una bella flor que brota en el centro del albero...
Así te veo yo, maestro...
Orbitado por un negro sortilegio...
Por una sombra abrasadora,
de una embestida encastada en el seno de la tierra...
Jugabas fríamente en la última pulgada...
De tu vestido de flores de oro delirantes,
caíste prendido por agujas de muerte...
Me estremecí al escuchar como se rasgaban tus carnes...
Quise despertarme de un mal sueño...
Pero el dolor era innegable...
Era mío tu sufrimiento, mi junco de oro...
Es tu espíritu puro dotado de compás,
el que me hace tiritar de emociones auténticas...
Ahora, con solo calibrar este espanto...
de verte indefenso entre las despiadadas astas de muerte,
solo puedo venerarte entre lágrimas...
Mi maestro de luz divina...
Eres la vida que renace entre tinieblas...
La savia primorosa de mis arterias de existencia.
(La fotografía es de mi amigo el Americano Michael Crouser, del libro "los toros")

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Deportista de vida sana. Amante de la Naturaleza y naturalista, con conocimientos en micología, botánica y fauna... necesito la Montaña como respirar. Me alucinan los perros y los caballos. Me encanta leer y escribir. También me gusta mucho el dibujo y la pintura. Soy un apasionado de la Poesía española y de la literatura fantástica.

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