Maestro, hay una luz sesgada que te ilumina,
una luz que oprime con fuerza mi pecho...
Es el peso profundo de tu Arte místico,
ese Arte imposible de narrar, tan bello, tan poderoso...
tan perfecto como el sonido del órgano en la catedral.
Tu herida maestro me aflige...
Vivo en la pureza de tus cicatrices...
Moro el tiempo acompasado de tu rezo...
Tú eres el significado maestro...
Nada puede explicar tu tempo, ni nadie...
Eres el sello de la Esperanza...
Tú, nuestro rey de Oro,
Maestro del dolor imperial...
Brisa con aroma de hoguera antigua...
Cuando engalanado llegas, el paisaje te escucha,
las sombras contienen el aliento...
y en la distancia, la Muerte te observa enamorada.
A José Tomás Román Martín, el príncipe torero...
Es sobrecogedor!
ResponderEliminarMi felicitación sincera. me he emocionado al leer esto. Gracias I. Lamborghini.